lunes, 9 de enero de 2012

La Máscara de Ateca. (1)

Todos los años durante los días 2 y 3 de febrero, con la celebración de la festividad de San Blas, La Máscara recorre las calles de nuestro pueblo.
            Para hablar de ella extractaremos lo escrito por Jesús Blasco[1] que, además de detallar los actos de la Fiesta, aventura una hipótesis sobre el origen de La Máscara:

“Es La Máscara, como todos conocemos, un hombre vestido o disfrazado a guisa de bufón que los días de la Virgen de las Candelas y San Blas sale para divertimento de chicos y espectáculo de mayores, con un indefinido sabor de fiesta y tradición en el que se mezcla lo religioso con lo profano.
            Va vestida La Máscara con un ligero traje compuesto de chaqueta, pantalón y gorro, todo en color rojo y amarillo en rayas verticales. Tanto el faldón, de la chaqueta, esclavina, mangas, perneras y gorro terminan en picos en cuyo extremo tintinean diminutos cascabeles. Una espada y una cobertera, a manera de rodela, completan su indumentaria.
            Sale por primera vez el día dos de febrero, día de la Candelaria, a las doce del mediodía, y recorre el pueblo perseguido por la chiquillería. Llama en las casas donde se le obsequia con dulces, licor, tabaco o dinero y, al despedirse, pone suave y amistosamente su cobertera sobre la cabeza de todos y cada uno de los miembros de la familia. Lo mismo hará en la calle con las personas que, permaneciendo indiferentes o como meros espectadores, no se muestran enemigos.
            No ocurre así con sus perseguidores (hoy chicos, pero a decir de los más viejos antes la encorrían hombres hechos y derechos) que la hacen blanco de los insultos más soeces y le achacan todos los desmanes acaecidos durante el año en el pueblo. A la vez, intentan despojarle de los cascabeles que luego lucirán como trofeo, provocando en La Máscara una ira fingida. En ese momento golpea la cobertera con la espada, señal inequívoca de ataque, y persigue a los ofensores hasta darles alcance y golpearles en la cabeza de forma no tan cariñosa como antes se ha dicho.
            Por supuesto que no hay brutalidad en estos actos, y cualquier daño que pudiera producirse sería como mero accidente, aunque sí hay que decir que más de uno que ha pasado de la broma y el juego a la ofensa mal intencionada, ha tenido tenido que cruzar el río si ha querido librarse de un buen chichón. ...
            La segunda salida la hace el mismo día al anochecer y, a excepción de las visitas domiciliarias, se repite lo mismo de la mañana.


Tras recorrer las calles, acude a la plaza del Ayuntamiento donde se ha encendido una gran hoguera en honor a la Virgen de las Candelas, que deberá saltar desafiando las llamas.


El día tres, festividad de San Blas, Patrono de la Villa, se lleva la imagen del santo en procesión desde la Parroquia a su ermita, precediendo La Máscara la comitiva. Por su parte, los chicos han tomado posesión del cerro que hay a espaldas de la ermita y allí esperan con gran provisión de manzanas o naranjas (en otros tiempos, piedras), que arrojarán a La Máscara en un intento de impedir que ésta alcance la cima.

Llegada la procesión a la puerta de la ermita, recita La Máscara el siguiente dicho en presencia del santo:

Glorioso San Blas bendito
que naciste en Tagaste
y a esta villa de Ateca
viniste a empadronarte:
unos me llaman cobarde,
otros me van a matar;
pero he de subir al cerro,
por delante o por detrás.

Concluido el desafío inicia el ascenso al monte entre la lluvia de proyectiles, sin otra protección que su rodela.


Alcanzada la cumbre, los chavales forman cogidos de la mano un corro alrededor de nuestro personaje coreando esta canción:

En el puente de Alcolea
había un puchero roto;
le pegamos un varazo
y cayó del puente abajo.
Al pasar el río,
al pasar el río,
de mi tío Antón,
le llegaba el agua,
le llegaba el agua
hasta el calzón.

            En un momento determinado golpea la cobertera y persigue a los muchachos hasta expulsarlos del cerro.
            Todos abajo, regresa la procesión con lo que concluye la actuación de la Máscara.






[1] Jesús Blasco Sánchez “Ateca Retazos Históricos” 2001. ISBN 84-930635-9-2

1 comentario:

  1. Sería conveniente y aconsejable que la Máscara utilizara el sable de toda la vida, aunque pese más, y que subiera al cerro con la cobertera de siempre y no con el escudo del pueblo, puesto que la representación heráldica del municipio no está pensada para recibir golpes de manzana ni para ser utilizado por personajes que, como poco, no sabemos lo que representan, aunque con el paso de los años se haya convertido en tradición para nosotros.
    El uso del sable más ligero y el escudo heráldico son inventos de un gran máscara como fue César Duce pero que hay que eliminar este mismo año para que no se conviertan en costumbre.
    Otra cosa, la Máscara es "un juego de niños" en el que siempre han participado personas con una edad como mucho adolescente, así que lo mayores (y todos sabemos quien es ya mayor) que no tiren manzanas en el cerro, que hacen daño si impactan en el cuerpo de quien se presta a hacer de Máscara.

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