Hoy, como todos los 22 de marzo desde 1993, se celebra el Día Mundial del Agua. Con este motivo nos haremos eco de una noticia que se hizo pública a principios del pasado mes de Febrero.
Un estudio elaborado por el Instituto Pirenaico de Ecología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IPE-CSIC) ha analizado las tendencias en los caudales de 187 cuencas fluviales de la Península entre 1945 y 2005. A la luz de los resultados se demuestra un descenso generalizado de los caudales anuales, en invierno y en primavera, en la mayor parte de las cuencas españolas. En algunos casos hasta en más de un 3%.
Según este estudio “el descenso generalizado de los caudales podría asociarse a la disminución de las llulvias y al aumento térmico observados en las últimas décadas, ya que la tendencia negativa se ha observado tanto en los tramos de ríos regulados como en los no regulados. Es más, el proceso podría acelerarse durante el siglo XXI de acuerdo a las proyecciones climáticas de los actuales modelos de cambio climático para la Península Ibérica”, explica Sergio Vicente, uno de los autores del estudio.
El mismo investigador añade que “Se apunta a que los cambios en los usos y cubiertas del suelo también están jugando un papel importante en la disminución del caudal de las cuencas ibéricas. El abandono generalizado de campos de cultivo y de pastos en las zonas de montaña durante la segunda mitad del siglo XX, así como la colonización de estas áreas por parte de matorrales y bosque, hace que aumente la infiltración, intercepción y evapotranspiración directa por parte de la vegetación, lo que disminuye la generación de escorrentía y las aportaciones a los ríos”. (En todo caso esto no es malo sino todo locontrario, ya que aumenta el caudal de las aguas subterráneas y palía el peligro de inundaciones).
Por otra parte el aumento de las superficies de regadío, que implican un mayor consumo de agua en zonas donde la evaporación directa y la transpiración de los cultivos son altas (o sea, poner en regadío zonas inadecuadas), el aumento de la demanda de agua para el abastecimiento público, el mayor gasto de agua por habitante y el incremento del consumo de agua para actividades industriales y turísticas son causas añadidas a las que hace mención el estudio.
Bién es cierto que en otoño e invierno algunas zonas de Galicia, Norte de Castilla y León, baja cuenca del Tajo, este de Andalulcía y nordesde de Madrid aumentaron la cantidad de agua de sus ríos hasta en un 3% en algunos casos.
Según Vicente “Las zonas donde el caudal ha aumentado están influidas principalmente por dos factores: un cambio en el régimen de precipitaciones, traducido en un cierto aumento de las lluvias en otoño, y cambios en el régimen fluvial como consecuencia de la regulación de las cuencas mediante embalses”.
Según la investigación, desde 1945 se han producido “importantes cambios” en los regímenes fluviales. “Se ha comprobado que la regulación hídrica, mediante presas y embalses, no afecta al signo de las tendencias encontradas, pues éstas son negativas de forma generalizada, pero sí a la magnitud de los cambios, dado que son las cuencas más reguladas las que presentan los descensos más marcados. Además, durante el invierno baja el caudal de los ríos porque los embalses almacenan agua para satisfacer las demandas estivales, lo que genera grandes diferencias estacionales”, concluye Vicente.
Bién, ha pesar de estos estudios, que no vienen nada más que a confirmar lo que ya se imaginaba, seguimos derrochando agua; y los poderes públicos se aferran a las grandes obras hidráulicas en lugar de propiciar el ahorro hídrico.