En la presentación de la conferencia sobre arbolado urbano que organizó el Ayuntamiento de Calatayud, os hablé de los beneficios y de la importancia que los árboles tienen en la calidad de vida en ciudades y pueblos. Pero para que estas circunstancias se cumplan es algo obvio que primero debe haber presencia de árboles y después que estos reciban el cuidado y mantenimiento adecuado.
Esta vez me gustaría comentaros algunos conceptos básicos sobre el arbolado urbano y el tema de las podas.
Para muchos de nosotros, provenientes del medio rural, las técnicas empleadas en el cultivo de árboles frutales o forestales, sirvieron de modelo para la poda de los árboles ornamentales y esto fue un grave error, pues esas actuaciones no son extrapolables al arbolado urbano.
Los árboles frutales son podados para obtener la máxima producción de fruta con un mínimo trabajo. Así no queremos que el volumen de copa sea muy amplio porque eso dificultaría la recolección, no dejamos demasiadas yemas florales porque entonces la fruta sería pequeña y de mala calidad, etc. En la poda forestal se busca un aprovechamiento óptimo de la producción de madera, ejemplo de ello son las choperas de nuestras vegas o antiguamente los chopos cabeceros que se desmochaban en un ciclo de 5 o 6 años para conseguir vigas para la construcción o madera para cocinar y calentarse.
Ninguna hoja es inútil. Durante los fuertes calores, las hojas del exterior de la copa, para luchar contra la evapotranspiración, cierran sus estomas. Las del interior, donde hace más fresco, pueden continuar alimentando al árbol.
La poda del arbolado urbano, en cambio, persigue fines totalmente distintos.
¿Qué buscamos cuando podamos un árbol ornamental?
- La salud, vigor y resistencia estructural del árbol,
- La seguridad de las personas y cosas entorno a ese árbol.
- La estética y su belleza de porte.
- Las necesidades prácticas.
SALUD: Por lo que se refiere a su propia salud, los árboles tienen poca o ninguna necesidad de ser podados. Han desarrollado a lo largo de millones de años un eficaz sistema de protección que un podador puede destruir en pocos minutos.
Excepto algunos casos particulares, ningún corte hace bien al árbol y si no hay un motivo fundado para podar un árbol es mejor no hacerle heridas.
Lo ideal sería dejar el árbol después de la poda con el aspecto de no haber sido podado nunca. Qué esta no se notase.
SEGURIDAD: La pudrición de la madera de los árboles se inicia siempre en una herida, en un lugar donde la madera queda sin la protección de la corteza sana. Y la poda, exige que se causen heridas.
Si la herida es pequeña, el árbol es capaz de cerrar el área infectada construyendo barreras naturales, tanto externas como internas que aíslan la zona que se está empezando a pudrir. De este modo se controla la pudrición. Pero si la herida es muy grande, esta compartimentación resulta más difícil y la pudrición se extenderá afectando a todo el tronco.
Los brotes que surgen tras una poda severa son debilitantes para el árbol, además de tener un peor anclaje que las ramas primarias.
Todo ello provoca un árbol frágil, débil frente a las enfermedades y peligroso en caso de tormentas, nevadas o fuertes vientos.
Ahora bien, un árbol con buena salud, incluso de gran tamaño, no pierde fácilmente sus ramas y es capaz de resistir muchos de los caprichos del clima.
ESTETICA: Un árbol podado de tal manera que conserve su estructura y aspectos naturales será generalmente más sano, más fuerte y más agradable para el observador que uno podado drásticamente.
NECESIDADES PRÁCTICAS: En algunas ocasiones no nos queda más remedio que podar. En el entorno urbano hay circunstancias que nos impiden seguir de cerca la forma natural de crecimiento de un árbol.
Árboles heredados con graves problemas de pudriciones, proximidad de edificios, el tráfico, árboles plantados en aceras muy estrechas, próximos a conducciones eléctricas, daños en raíces, etc. Nos obligan a tomar medidas que tenemos que procurar sean siempre lo más limitadas posibles.
¿Que se pretende con este tipo de poda? Desconocemos las razones que llevaron a ella, pero si los árboles estaban en mal estado, ¿por qué conservarlos? Ahora sí que corren el riesgo de llegar a ser peligrosos, los brotes que surjan estarán débilmente anclados, y los procesos de degradación de la madera por hongos conducirán a debilitar las ramas, troncos y raíces. Hemos creado un problema donde no lo había.
Si estamos de acuerdo en los beneficios que la presencia de árboles reporta en nuestro pueblo debemos abandonar los automatismos en materia de poda y aprender a contemplar los árboles con una mirada nueva.
En próximas comunicaciones trataré de sintetizar los conocimientos que actualmente se tienen sobre el arbolado urbano y su biología.
J.F.
Para saber más:
"Poda de árboles ornamentales", de Kenneth W. Allen
"La poda de los árboles ornamentales, del porque al cómo". Chistophe Drénou