El fin de las neveras o pozos de hielo era recoger nieve durante el invierno para tener provisión de hielo durante el resto del año.
La forma de hacer el hielo, en general, era la siguiente: en la base de la nevera y sobre unos sillares se colocaban unas vigas de madera. Sobre éstas se formaba un emparrillado de tablas para aislar el hielo del suelo, creando una base sobre la que se preparaba una cama de ramas y paja que impedía que la nieve quedara en contacto con el aire, y al mismo tiempo permitía que el agua del hielo derretido escurriera. Sobre las paredes, y a medida que se iba llenando de nieve, se colocaban cañas cuyo interior hueco formaba una capa aislante.
Cuando caía una nevada se acarreaba nieve desde los alrededores, echándola por la boca de la nevera. Si no nevaba lo suficiente también se acarreaba hielo de los barrancos. En el interior la nieve y el hielo se extendían con azadones y palas sobre la capa de paja, compactándola con pisones de madera. Una vez que la capa de hielo alcanzaba unos 40 cm., se nivelaba y se extendía una nueva capa de paja para aislar una capa de otra y facilitar su corte y extracción. Cuando el pozo estaba lleno se cerraban herméticamente la puerta y la boca, manteniéndose así la temperatura interior.
La única nevera que queda en Ateca en la actualidad se encuentra sobre el barranco de El Val. Es un pozo excavado en la umbría del cerro de Ascensión, para preservarlo de los rayos del sol y prolongar la duración del hielo. El techo, en forma de bóveda, está cubierto con ladrillo sobre sillares de piedra en cuyo centro tiene un orificio, de 140 cm de diámetro, por donde se introducía la nieve; en uno de sus lados una puerta da acceso al interior, por ella se entraba para apisonar la nieve y para sacar el hielo posteriormente; otro orificio en la parte inferior hacía las veces de desagüe. La altura desde la boca hasta el fondo es de casi 8 m., siendo el diámetro de unos 3,60 m.
Jesús Blasco apunta la posibilidad de que fuera construida en el siglo XVII y que fuera propiedad de la Cofradía de la Soledad, siendo utilizada como fuente de ingresos por la venta de la nieve. En Ateca había otras neveras, el mismo autor nos dice que la Hermandad de la Soledad hizo en 1680, junto a la Iglesia de San Martín, una nevera para recaudar fondos con la venta de la nieve, que se hizo a azofra entre los cofrades o esclavos de la Soledad, aportando cada uno una carga de uvas. También existió otra frente al Cerro Gil, al otro lado de la vía del ferrocarril, que desapareció al tenderse la doble vía.
Del uso del hielo en Ateca.
Cuenta también Jesús Blasco que el Concejo de Ateca, en ciertas celebraciones, o en pago de algunos servicios como llevar peanas, dar batidas de lobos, etc., obsequiaba a los participantes con frutas, queso, vino blanco y nieve para refrescarlo. Para el suministro de nieve al pueblo, el Concejo arrendaba el servicio mediante subasta, siendo los de Aniñón los que con más frecuencia concurrían.
Para saber más
Buscar en Google “pozos de hielo en Aragón”
(Fotografías: Bóveda de la nevera de Ateca. Boca de la cúpula. Puerta de acceso.)
Jesús Blasco: Ateca, retazos históricos.