EL ACCIDENTE NUCLEAR DE FUKUSHIMA
Francisco Castejón
Doctor en físicas y miembro de Ecologistas en Acción.
EL ACCIDENTE Y SUS CONSECUENCIAS
El terremoto que se produjo el viernes día 11 de marzo de nivel 9 en la escala de Ritcher provocó un tsunami de más de 10 m de altura, lo que fue determinante para el generar el accidente de Fukushima – Daiichi. Uno se preguntará como un país tan sísmicamente activo como Japón ha optado por el uso masivo de la energía nuclear y se ha atrevido a construir 54 reactores en su territorio.
En el momento del terremoto, los reactores número 1, 2 y 3 de Fukushima-Daiichi estaban en funcionamiento, el número 4 en recarga, y los números 5 y 6 en mantenimiento. Por lo que el accidente todavía podría haber sido más grave. Durante el terremoto los reactores paran automáticamente mediante la inserción de las barras de control, pero el tsunami destroza los edificios auxiliares, con los sistemas de emergencia de alimentación y de refrigeración, que quedan inútiles. El calor del núcleo de los reactores es muy alto por la radiactividad del combustible y porque aún se producen algunas reacciones nucleares. Es, por tanto, imprescindible enfriarlos por cualquier medio para que el núcleo no se funda y el combustible nuclear no acabe por salir al exterior. Por ello se toma la decisión de rociar grandes cantidades de agua del mar unas 20 horas después del terremoto. Quizá demasiado tarde porque los reactores ya sufrían fusión parcial. A la torpeza en la gestión del accidente, hay que sumar el secretismo de la empresa TEPCO, la propietaria de la central, que ocultó información reiteradamente.
La fusión del núcleo es un suceso muy grave porque se rompe la integridad de las barras de combustible, con lo que la reacción nuclear podría volver a empezar. Si ocurre esto, la temperatura del núcleo aumentará indefinidamente y se pueden perforar una tras otra todas las barreras que lo separan de la biosfera, con lo que la contaminación puede salir al exterior, lo que sería gravísimo.
El agua del núcleo se convirtió en hidrógeno y oxígeno por las altas temperaturas, lo que produjo explosiones en los tres reactores. Esto agravó la situación y favoreció los escapes de radiactividad al medio. Las contenciones de los reactores están muy dañadas y se ha producido ya escape de sustancias muy radiactivas al exterior. En estos momentos, aún no se han enfriado totalmente los reactores, por lo que la situación no está controlada ni mucho menos. Los nuevos terremotos y las posibles nuevas explosiones generadas por el hidrógeno pueden destrozar las contenciones y favorecer mayores escapes radiactivos.
El reactor 1, por cierto, es idéntico al de Santa María de Garoña (Burgos). Incluso ambos empezaron a funcionar en 1971. El reactor número 3 está cargado con óxidos mixtos de plutonio y uranio, lo que lo convierte en más peligroso y más radiotóxico. Un problema adicional son las piscinas de combustible gastado. Se ha evaporado el agua de las de los reactores 3 y 4 dejando al descubierto los productos muy radiactivos. Estos se calientan y se podrían fundir, por lo que es necesario verter agua constantemente. Por otra parte, al quedar desnudos estos productos, se emite mucha radiactividad al medio.
Las emisiones radiactivas son entre el 10% y el 20% de lo que se emitió en Chernobil. Se ha contaminado el agua, la leche y los alimentos a más de 40 km. de la central. La nube radiactiva ha llegado a Tokio, donde se han registrado 8 veces las dosis normales y ha contaminado 5 depuradoras de agua. La ciudad de Tokio es inevacuable, puesto que tiene 34 millones de habitantes. Además se ha detectado plutonio en los alrededores de la central y estroncio a distancias de unos 40 Km.
El agua de mar usada para enfriar los reactores se vierte al mar contaminándolo por lo que se han contaminado los fondos marinos, los peces y las algas, y la radiactividad podrá viajar cientos de Km. De hecho habrá que hacer controles sobre la pesca durante cientos de años para comprobar el estado del pescado y de las algas. Los efectos sobre la salud se verán a largo plazo. Quizá en 10 o 20 años se pueda apreciar un aumento de cánceres, deformaciones congénitas y otras enfermedades entre las personas afectadas.
Además de todo esto, el proceso de desmantelamiento y de gestión de los residuos será muy difícil y peligroso. Probablemente se opte por cubrir los reactores con unas pirámides de hormigón una vez que se haya conseguido enfriarlos
Implicaciones para la seguridad nuclear:
Tras el accidente de Fukushima se están revisando las instalaciones nucleares en todo el mundo. En particular hay que comprobar la vulnerabilidad ante todo tipo de sucesos externos, no solo terremotos: tornados, ataques terroristas,… Además, de comprobar una por una la sismicidad de los emplazamientos nucleares hay que hacerlo con las instalaciones que pudieran afectarles. También hay que revisar los planes de emergencia nuclear. Se ha visto que es necesario evacuar a la población más allá de 40 km. Sin embargo en España solo está ,previsto evacuar a la población en un radio de 10 Km.
Los responsables de la industria nuclear vienen declarando que aprenderán las lecciones del accidente de Fuskushima, lo que permitirá aumentar en la seguridad de las instalaciones nucleares. Sin embargo, los accidentes nucleares, aunque improbables, son tan catastróficos que lo mejor sería prescindir de esta peligrosa fuente de energía.
¿Podría pasar en España una cosa así? En España no hay tsunamis, pero es posible contemplar otras amenazas que afecten a los edificios auxiliares de las centrales, tales como atentados, choques de aviones o camiones, o tornados. Pero más allá de los casos particulares, el problema es que no se puede garantizar la seguridad absoluta.
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