Ateca y la Máscara
Este fin de semana en Ateca
entonaremos todos juntos la canción del Puente de Alcolea:
“En el Puente de Alcolea, había
un puchero roto, le pegaron un balazo y cayó del puente abajo.
Al pasar el río, al pasar el río a mi tío
Antón le llegaba el agua hasta el calzón. “
Pero quizás pocos sepamos por
donde iba y que hacía nuestro tío Antón cuando cruzaba el río. Queremos reproducir un artículo que hemos
extraído del Blog "El ojo del tuerto", y
que nos puede ayudar a situar la canción.
El puente de Alcolea, mandado
construir por Carlos III y terminado en 1792 era un punto estratégico en las
comunicaciones andaluzas, ya que su plataforma sobre el río abría la puerta de
la ciudad de Córdoba. Seguro que cuando fue construido, nadie pensó que se
convertiría en escenario de dos batallas históricas, de cuyo resultado iba a
depender el destino del país.
El siete de junio de 1808, tan
sólo unos años después de la construcción de este puente y con la sangre de los
amotinados madrileños todavía caliente, las fuerzas del general Dupont fueron
rechazadas en el puente de Alcolea por los voluntarios al mando de Pedro de
Echávarri. Se podría decir que esta primera batalla fue poco importante, pero
en realidad impidió a Dupont entrar en Córdoba y hacerse fuerte allí, por lo
que el ejército francés tuvo que retirarse hacia la ciudad jienense de Bailén,
donde se encontrarían con el ejército español del general Castaños y con un
terrible destino. En una futura entrada ya contaré la ignominiosa historia de
los supervivientes franceses de la batalla de Bailén y las atrocidades que con
ellos se cometieron para vergüenza de todo el país y escándalo de Europa.
Aunque al final Napoleón se hizo con la práctica totalidad de la Península
Ibérica, Bailén marcó un hito, al convertirse en la primera derrota estrepitosa
de un ejército francés en las Guerras Napoleónicas.
Pero aún más importante que esta
batalla de la Guerra de la Independencia podría ser la batalla que tuvo lugar
también aquí mismo el 28 de septiembre de 1868. En esta ocasión, y ya como
secular tradición iniciada en 1833, serían españoles contra españoles los que se
enfrentarían sobre este puente.
El reinado de Isabel II se había
distinguido por la penuria económica y la pérdida de influencia exterior. Para
colmo, los moderados llevaban veinte años atrincherados en el poder, marginando
a los liberales y fomentando la aparición de grupos más radicales como los
republicanos. En 1868 el descontento se materializó en un nuevo
pronunciamiento. De nuevo la rebelión liberal nacía en Cádiz.
Mientras las fuerzas rebeldes
ascendían por el camino de Madrid, los leales a Isabel, comandados por Manuel
Pavía, marqués de Novalinches, descendían al encuentro de los insurrectos al
mando del general Serrano. Ambas fuerzas se encontraron en el puente de
Alcolea, y los revolucionarios asestaron un duro golpe a las fuerzas realistas,
sufriendo estos unas pérdidas tan severas que hubieron de retirarse a toda
prisa hacia el norte. Cuando la reina supo de la debacle de Alcolea, tomó las
de Villadiego y no detuvo su carroza hasta llegar a París. España tenía por
delante un sexenio revolucionario, el breve reinado de Amadeo de Saboya y la
efímera Primera República.
Y todos estos acontecimientos se
decidieron en la batalla del puente de Alcolea, este viejo y sólido puente que
aún resiste el paso del tiempo para seguir contándonos su historia.
Autor: Manuel Romero/RBolance)
Paco Martínez ATECA entre 188 y 1975.
ResponderEliminarEn la página 17 se lee: …”En aquel tiempo, lleno de temores y de supersticiones, todo el poder se otorgaba a fenómenos sobrenaturales, por ello se tenía la certeza de que si se pasaba agua por la cabeza de san Gregorio de Ostia y luego se bendecían los campos desaparecían las plagas de gusano y langosta.
Para ello se traía en ocasiones hasta Ateca la cabeza del santo desde La Rioja, y eso es precisamente lo que se hizo el 12 de mayo de 1819, pero aquel día mientras se efectuaba el ritual en las eras de Santa Quitaría se desprendieron dos pequeños huesos del cráneo que fueron recogidos por mosén José Moreno Florén y colocados en sendos relicarios de plata.”
Simplemente decir que el santuario de San Gregorio Ostiense, donde se veneran los restos del santo y su cabeza, aun que está muy próximo a la Rioja –seguramente de ahí el error- no está en la Rioja, si no en Navarra. Y más concretamente en el término de Sorlada, municipio muy próximo a la Villa de Los Arcos -Población de gran abolengo histórico en el antiguo Reino de Navarra.
La historia sobre la muerte en Navarra de este santo peregrino –dicen que el primer peregrino de la historia del camino de Santiago-, en el Siglo XI; así como el curioso procedimiento que se siguió, algo “zoo-exotérico”, hasta dar con el lugar adecuado para su santuario es muy curioso y figura entre los antiguos anales escritos del Reino de Navarra.
Durante siglos recibió peregrinaciones y rogativas este santuario de absolutamente toda España - desde Andalucía a Cataluña.
Me parecía apropiada la corrección a una temática tan interesante y bien elaborada como la que has hecho, Paco.
Un Abrazo y a ver si nos vemos un día.
Carlos Amat Larraz.
Acabo de leer tu escrito Carlos y es una alegría saber de ti aunque solo pueda ser a traves de estas líneas.
EliminarLo que comentas de que la basílica de Sorlada está en Navarra es cierto, pero yo no digo que Sorlada esta en la Rioja, si no que las reliquias del santo venían de la Rioja pues ya sabes que una vez que salían de su sitio en Sorlada iban de pueblo en pueblo para que todos pudieran beneficiarse de sus poderes, de ahí el dicho de que "andas más que la cabeza de san Gregorio".
Un fuerte abrazo